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COMENTARIOS SOBRE LA ACTUALIDAD DE ARAGON

PUEBLOS ABANDONADOS

PUEBLOS ABANDONADOS

Siempre que visito un pueblo abandonado en Aragón, me vuelvo con la misma sensación agridulce. Por un lado, la belleza romántica de las estructuras de piedra vencidas por la vegetación y el bosque (si además es otoño, todo adquiere un tono casi onírico). Pero, por otro lado, un pueblo abandonado siempre es el testimonio más evidente de un fracaso absoluto, y no precisamente de dicha localidad o de sus habitantes, sino del conjunto de la sociedad. En sí mismos, los vocablos "pueblo" y "abandonado" creo que son una auténtica contradicción. Y, efectivamente, esa misma sensación es la que me invadió hace unos días visitando uno de estos lugares: absorto por la belleza del lugar, pero profundamente triste por el abandono forzado de sus gentes. Cuando me encuentro allí, siempre me surge la pregunta de por qué se ha llegado a esa situación. Unas veces, la causa está clara: una ausencia de infraestructuras de comunicaciones, la dureza del clima frente a otras zonas más suaves, una mal entendida política de muchos tipos (económica, industrial, etc). En otras ocasiones, en cambio, cuesta trabajo llegar a entender cómo una sola causa trae como consecuencia la desaparición de un pueblo, y entonces parece que hay que agarrarse a la confluencia de varios condicionantes a la vez.

En mis paseos entre antiguas bordas, casas, eras, pajares...imagino cómo fue su buena época (si alguna vez la tuvo). Allí, en esos muros imagino una casa rematada por una enorme chimenea con espantabrujas. Más adelante veo llegar a dos hermanos que "bajan" de los campos de arriba, prestos a atar la mula a la anilla de la puerta de su corral. En ese cruce de calles veo a dos mozas, hablando de lo guapos que se han puesto dos de sus amigos (sin que les oiga nadie, por supuesto). Y al lado mío, noto la presencia de una niña que cruza esforzadamente el vial con una vasija llena de agua que su madre necesitaba para preparar la comida. Imagino sus voces, leo en el aire sus miedos, pero ya no encuentro sus esperanzas que se fueron al traste hace muchos años.

El ruido provocado por un animal (tal vez un jabalí despistado que no se dio cuenta de mi presencia), me devuelve a la realidad, a unos muros que todavía plantan cara al temporal. Y con ella, vuelven a surgir en mi cabeza los interrogantes: por qué se llegó un día a este extremo? ¿Cómo fue el último día? ¿Resurgirá algún día de su olvido este núcleo?

Reconozco que en estos lugares me comporto de una forma un tanto extraña. Paseo por sus calles armado con mi cámara fotográfica, me siento en un murete de piedra despojándome de la mochila, observo las ruinas sobre un montón de escombros de madera y piedra...pero todo ello con un enorme respeto entre grandes dosis de silencio. Suelo buscar los restos de la iglesia. Entro en lugar santo, me santiguo e incluso si el frío me obliga a llevar gorro, me lo quito. Allí hubo bautizos, casamientos, funerales...tal vez en la puerta de la iglesia se adveró algún testamento ante párroco según nuestros Fueros. Casi los puedo ver. Están en misa, toda la comunidad reunida con el cura que está de espaldas. De nuevo, el ruido de las ramas golpeándose entre sí en los árboles de al lado, me devuelve a la realidad. En el mejor de los casos, una cruz de madera confeccionada con dos largueros viejos, son la única decoración religiosa en este espacio cuyos muros pueden datar en ocasiones del siglo XII, del XIII o del XVI.

En alguna ocasión, he coincidido con algún antiguo poblador de la localidad hoy abandonada. Siempre se les humedecen los ojos. Sus recuerdos, sus vidas, sus antepasados...tuvieron aquí su morada. A veces oso preguntarles...¿qué pasó? Las respuestas son variadas, pero todas concluyentes y confirmatorias de mis sospechas. Unas veces, la ausencia de comunicaciones condenaron al pueblo. En otras, el "progreso" tal y como se entendió hace algunas décadas hizo incompatible la vida allí. Todo ello aderezado con el veneno de la dureza de la vida y la prácticamente ausencia de servicios públicos. La pasividad de los gobernantes de antaño, cuando no su actividad claramente vejatoria.

8 comentarios

nestor danilo romero arevalo -

un pueblo, una ciudad, en abamdono es como si a mi cuerpo le faltara el alma ,como si a mis lienzos el color , a mis pinceles el oleo,en mi cama el amor ,a mis manos el movimiento ,

nestor danilo romero arevalo -

hola amigos .gracias a estos comentarios y les cuento soy artista plastico pintor y escultor colombiano que estoy interezado en adquirir casa en alguno de estos pueblos para restaurar cualquier comentario o informacion les agradeceria a mi correo arevaloescultor@hotmail.com

Juan Pablo -

No lo había pensado así...
¡Ojalá se cumpla tu predicción!
Lo de que se sientan orgullosos y lo del dominó!!

Juan Pablo -

¡Ojalá se cumpla tu predicción!
Lo de que se sientan orgullosos y lo del dominó!!

Sergio -

Hola Juan Pablo!!
Gracias por tu visita.
Espero que dentro de 50 años los que estén puedan sentirse orgullosos de los que hoy son gobernantes. Dentro de 50 años tendré (si llego, cosa que dudo) 88 añicos. Tú eres un poco más joven que yo. ¿Te imaginas a los dos echando un dominó hablando de este tema?

Juan Pablo -

Un gran artículo, me ha encantado. Tus palabras han conseguido transportarme a ese tiempo también.
También me pregunto si dentro de 50 años alguien pensará "La pasividad de los gobernantes de antaño, cuando no su actividad claramente vejatoria..." (...hizo que desapareciera en Aragón una lengua románica que se había hablado durante más de 10 siglos).
Ah, y coincido con el primer comentario.

Sergio -

Hombre, gracias por lo que me toca de tu comentario. Gracias por entrar al blog, y un día te invito a un café para hablar de aragonesismo.
Un fuerte abrazo.

Alberto -

Me gusta mucho tu forma de escribir. Se nota que crees en lo que escribes. Espero que algún día en tu partido sepan apreciar lo que tienen. Me encantaría que el PAR volviera a ser el gran partido aragonesista que fue hace años. Con gente como tú, se puede.