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CRÓNICA DE OTRA NOCHE DE REYES

CRÓNICA DE OTRA NOCHE DE REYES

Algunos de vosotros recordaréis las peripecias que pasé la noche de Reyes del 2007. Este año, las cosas han discurrido con cierta tranquilidad y sin tantos sobresaltos. Pero también hay una historia que contar, y que quiero compartir con vosotros.

Jaime (mi chiquitín de tres años) "ha caído" totalmente en la fantasía de los Reyes Magos. Para él éstos (y Papá Noel) existen porque se lo dicen sus papás y porque, además, él los ha visto y se ha hecho fotos con ellos. Incluso, con Papá Noel, habló por teléfono unos día antes de Navidad, Papá Noel que no era otro que mi amigo Alberto, quien tuvo que interpretar este papel al surgir una "urgencia" en nuestra casa (los que tenéis niños ya sabéis a qué me refiero: nervios de los niños por los regalos…que "hay que portarse bien"…que "ahora no me puedo dormir"…pues "te está viendo Papá Noel y no te va a traer regalos"…pues, "si me ve, por qué no puedo hablar con él"…"vale, pues habla"… y a continuación llamas sin previo aviso a un amigo preguntando por Papá Noel y diciéndole que le vas a pasar a Jaime, y se hace pasar por el barbudo de rojo con una profesionalidad máxima, confirmando a tu chiquitín punto por punto que hay que irse a dormir, y que le van a caer un montón de regalos porque ha sido muy bueno)…).

Pero la cosa empieza a cambiar cuando toca hablar de Chorche. Mi chico mayor (que tiene seis años, camino de siete) siempre se ha caracterizado por ser muy responsable y maduro. Y, creo, que comienza a sospechar que en esto de los Reyes Magos y el Papá Noel…¡hay cosas que no cuadran demasiado!. Este año, ha sido el primero en el que Chorche nos ha planteado algunos interrogantes sobre estas figuras creadas por la imaginación. Su madurez le está llevando por la senda de la realidad y, aunque aún no sabe la verdad, la vislumbra. No es que haya perdido la ilusión por los Reyes Magos. Pero, tengo que reconocer que, por momentos, dicha ilusión no ha estado exenta de cierto racionalismo por su parte. Realmente, esto no es algo malo. Al contrario. Simplemente significa que Chorche se está haciendo mayor. En fin, las cosas ocurrieron como os cuento.

Pasamos la noche de Reyes en la montaña, y nos desplazamos hasta Jaca para disfrutar de su coqueta cabalgata. Los niños estaban extasiados con la presencia de los monarcas y las carrozas de regalos. Además, tanto Mechor, Gaspar y Baltasar, como sus pajes y ayudantes, así como los bomberos que escoltaban la comitiva, repartían caramelos y besos. Hasta tal punto estaban absolutamente inmersos en la fantasía y la ilusión, que los pequeños no eran conscientes de la lluvia que se sumó a la celebración.

Después de cenar, Chorche y Jaime se fueron a dormir:

  • Bueno, chiquis, ya sabéis que los Reyes Magos sólo vienen cuando los niños están dormidos.
  • Vale, a domir! (exclamó Jaime, a quien la inocencia de sus tres añicos impide la más mínima sospecha).

Pero Chorche, sin desobedecer a los papás en ningún momento porque eso ni se le pasa por la cabeza, expuso ya algunas dudas: "Pero, para qué vienen cuando estamos dormidos. ¿No sería más normal que vinieran cuando estamos despiertos para darles un besico y las gracias por los regalos?". Acostumbrados a este tipo de situaciones, los papás fuimos ágiles en la contestación: "Es que, claro Chorche, si todos los niños estuvieran despiertos para darles besicos y hablar con ellos, no les daría tiempo de llegar a todas las casas a dejar los regalos a los niños". Con esa respuesta, y con los ronquiditos de Jaime de fondo (rendido por tanta emoción), Chorche se acostó más o menos convencido.

A la mañana siguiente, tras una noche de colocación de regalos por parte de los papás sin mayores incidencias, los cachorros fueron corriendo a la chimenea. ¡Los Reyes había venido! Jaime casi revoloteaba por la habitación de la sorpresa esperada, sin atinar a abrir sus regalos (parecía que le bastaba con que los Reyes hubieran venido). Chorche estaba contento, pero su escepticismo retornó: "Andá, pero si están sin envolver!". Era verdad. Con las prisas y los nervios, algún regalo estaba sin envolver. No obstante, esta vez optamos por la táctica de no dar ninguna importancia ni al hecho ni al comentario. Dio resultado. Chorche sucumbió, como su hermano, a la magia de los Reyes. Estuvieron un ratito jugando. Jaime no daba abasto con sus regalos, los de su hermano y los de los papás: los cogía todos, los exponía, los anunciaba…en fin era una máquina desbocada.

Al poco, nos dimos cuenta de que Chorche, aunque estaba muy contento, mantenía algo en su interior que no quería extereorizar. Pero los papás somos eso, "papás", y conocemos muy bien a nuestros hijos:

  • ¿Te pasa algo Chorche?
  • No, nada
  • ¿No te gusta lo que te han traído los Reyes?
  • Sí, pero…es que no me han traído lo que yo les pedí.

En ese momento su madre y yo sentimos que nos precipitábamos por un abismo en nuestros corazones. Una sensación de enorme culpa que ocupaba nuestra columna vertebral y se concentraba en nuestra nuca, se apoderó de nosotros. Incluso yo creo que me llegué a sonrojar.

  • Cómo? Que…¿no es esto lo que les habías pedido?

¡Dios mío, qué situación! Mayte y yo nos miramos muy preocupados por la posible metedura de pata. Chorche nos respondió:

  • Es que no me han traído una cosa que les pedí…
  • ¿Qué?
  • Buena suerte…les pedí que me trajeran buena suerte. Se lo pedí una noche, como me dijisteis vosotros que se pedían los regalos a los Reyes.

La respuesta nos dejó helados, si bien este tipo de conductas no materialistas, no son extrañas en Chorche. Conocido el supuesto de hecho a resolver, mantuvimos la calma y procedimos a ello. Al menos, no nos habíamos equivocado de regalo ni habíamos omitido ninguno.

  • Hombre Chorche, pero es que…la buena suerte…cómo te la van a traer. No es una cosa que la puedas coger por metros o por kilos. La buena suerte la tendrás, ya lo verás, pero no te la pueden traer los Reyes de forma material. No obstante, no tengas ninguna duda: seguro que te la han traído y las tienes ya. Pero, además, ¿por qué pides "buena suerte"?
  • Pues para tenerla yo, y para mis amigos, mis papás, los yayos, los tíos y los primos…

Chorche resultó ser tan "personita" ya, que la verdad es que solo de escribir estas líneas rememorando estos hechos, mi corazón late más deprisa. Con lo pequeñico que es aún, y los buenos sentimientos que tiene ya. Había pedido regalos, pero le daba más importancia a algo intangible: la buena suerte. Además, la quería no solo para él, sino para repartirla en su entorno, en su pequeño mundo conocido.

En un principio, nos pareció que Chorche se quedaba conforme, si bien su cara delataba dudas y, tal vez, cierta decepción encubierta por su sonrisa. Comenzó a jugar con sus juguetes y con su hermano pero, como os decía antes, los papás somos "papás", y nos damos cuenta de algunas cosas de nuestros hijos con solo mirarlos. Así, que pasamos al ataque. Y nos buscamos aliados.

  • ¡Ah Chorche, ya sé lo que pasa! Como no estamos en nuestra casa de Zaragoza, te lo habrán dejado allí o a lo mejor en casa de los tíos.

Simultáneamente, mientras yo hablaba con Chorche, con una convicción que incluso a mí mismo me extrañó, su madre utilizó su móvil para contactar con su hermana (que tienen casa cerca de nosotros en la montaña), explicarles el problema y buscar una solución satisfactoria.

Ajeno a estos tejemanejes de sus padres, y a los pocos minutos, Chorche recibió la llamada telefónica de su tía:

  • Chorche, han venido esta noche los Reyes a mi casa, y han dejado unas cosas para ti y para Jaime. Pasad a buscarlas.

Al cabo de poco tiempo, estábamos en casa de los tíos de Jaime y Chorche.

  • "Mirad al lado de la chimenea que hay unas cosas para vosotros que dejaron los Reyes."

  • ¡Oto regaaloo! (exclamó Jaime mientras lo abría y confirmaba que los Reyes son, al igual que Papá Noel, "…de loz zuyos…" (si no lo entiendes mira la nota al final de este post)).
  • Chorche, contagiado del afán de su hermano, se puso de rodillas frente a la chimenea y abrió su regalo. Resultó ser una caja de madera alargada que tenía una nota que Chorche comenzó a leer con cierta intriga. La nota decía que ese regalo era la entrega de la "buena suerte", y consistía en un hechizo que debía realizar. En su interior había varias letras de cartón. Con ellas debía formar las palabras "Buena suerte", y tras ello, quemar las letras para que el hechizo tuviera efecto y se cumpliera (qué imaginación tienen sus tíos, y qué reflejos para realizar todo ello en tan poco tiempo). Chorche cambió su cara de inmediato. No podía creer lo que estaba pasando. Ahora sí estaba totalmente convencido. Formó la palabra "Buena Suerte", y decidió quemar las letras en la chimenea de nuestra casa. Volvimos, y con la ayuda de su hermano, echó las letras una a una al fuego (a este momento corresponde la foto que os adjunto)…Y se cumplió su deseo y el hechizo: la buena suerte ya estaba con él.

    Lo que no sabe Chorche es que tanto él como su hermano Jaime, ya son poseedores de esa gran y buena suerte que quería para sus amigos y familiares. Pero esa buena suerte no son las letras, ni el hechizo…son ellos mismos, porque para sus papás, sus tíos, sus amigos y familiares, son un auténtico don de Dios.

    Y así, un año más transcurrió la jornada de Reyes en familia. Esta vez, con un Chorche en principio con sospechas, pero finalmente convencido de la existencia de los monarcas de oriente. Y con un Jaime que parecía un colibrí revoloteando entre regalo y regalo (suyo, de su hermano, de sus papás…daba igual, la cosa era celebrar que había regalos para todos).

    No sé si el año que viene Chorche conocerá ya que los regalos de los Reyes Magos realmente los compran los papás, los tíos y los yayos. Tal vez, llegado ese momento, Chorche conocerá que los Reyes Magos existen, pero no como cree ahora. Se dará cuenta que Melchor, Gaspar y Baltasar son para nuestra familia una metáfora del amor, el cariño y el afecto en su estado más puro. Se dará cuenta, tal vez, de que el mejor regalo no es el juego de Pokémon, o el juego de los patitos del tato Jaime, sino poder estar los cuatro juntos en familia un año más.

    *NOTA SOBRE JAIME Y "LOZ ZUYOZ": Ver este post que publiqué hace unos días.

4 comentarios

Nacho -

Un post muy bonito Sergio.

Sergio -

Hola Javier y Ana. Gracias por vuestros comentarios y por participar. Muchos besos y abrazos.

Ana -

¡Qué vivencia tan bonita Sergio!
Gracias por compartirla con los que te leemos, y "qué buena suerte" que tus hijos tengan unos padres como tú y Maite.
Melchor, Gaspar y Baltasar... Amor, cariño y afecto...
Mmmmm suena muy bien

Javier -

Me encanta su forma de escribir y de describir sus sentimientos. También aprovecho para agradecerle toda la información que pone a nuestra disposición a través de su blog y del correo electrónico. Me agrada mucho el esfuerzo que realiza para beneficio de militantes y simpatizantes. Gracias.